La responsabilidad afectiva es la capacidad de comprender y gestionar nuestras propias emociones, y de ser capaces de validar y respetar el mundo emocional de los demás. Es el arte de manejar con cuidado nuestras emociones y las de quienes nos rodean.
La responsabilidad afectiva se compone de consenso, cuidado y diálogo. Se trata de honestidad, respeto, de no herir los sentimientos del otro, de ser real.
La responsabilidad afectiva no se da solo en relaciones de pareja, sino también en amistades o en familia.
Algunos ejemplos de responsabilidad afectiva son: